Debemos aprender a leer muy bien, para no leer.
Interpretar es lo fundamental a la hora de leer.
El lector tiene que transmitir lo que el escritor plasmó en el texto, es decir, debe hablar por él.
Para lograrlo, es indispensable que le haga sentir al oyente cada sensación de frío, calor, tamaño, preocupación o alegría que le haya impregnado el autor a su obra. Sólo así, el oyente percibirá el verdadero mensaje que le estamos transmitiendo.